Hola y bienvenidos a esta nueva sección. «Cosas de
escritores» nació hace mucho tiempo en mi cabeza gracias a los tweets con el hastag
#cosasdeescritores, que cuentan muchas anécdotas divertidas acerca del arte y suplicio de escribir. Como única advertencia antes de empezar, deciros que voy a pasármelo
bien con esta sección (o sea que nada de broncas), e intentaré que vosotros también. Asà pues, y que esto
sirva de introducción, hoy quiero hablaros de los first steps a la hora de plantear una novela: la documentación.
Documentación, dice la RAE, es la acción y
efecto de documentar. O si preferÃs la versión larga, documento o conjunto de
documentos, preferentemente de carácter oficial, que sirven para la
identificación personal o para documentar o acreditar algo.
Más allá de lo puramente formal, ya que no sé hasta qué punto podrÃamos
relacionar esta segunda definición con la escritura, pasemos al ámbito
literario.
La documentación es imprescindible para
los cimientos de nuestra historia. Es
tan obligatorio como lavarse los dientes después de cada comida. Debemos
indagar, estudiar, absorber el entorno que rodeará a los personajes. Es lo que
da vida a la trama, lo que la construye. Las mejores novelas no se consiguen
mirando tres horas en la Wikipedia, sino escarbando en la biblioteca, y si la
economÃa nos lo permite (que va a ser que no), visitar el lugar de los hechos.
Este trabajo puede durarnos meses, y encima no servir para
nada. Porque en fin, puede que te dé el venazo
y de golpe abandones la historia o decidas que es mejor en otro sitio. ¿A quién
no le ha pasado? Pero esto, escritores, en realidad no importa. Lo peliagudo
del asunto es que si algún dÃa decides retomar la novela, la información esté organizada
de tal forma que ayude a refrescar la memoria. No vale eso de leer mil cosas
sobre la Guerra FrÃa y después olvidarse del tema. Esto no es un examen. No
tienes por qué aprenderte las cosas de memoria justo para la ocasión y después
olvidarlo.
Ah, y ojo: no se
trata de vomitar información. Ambientamos suavemente. Vamos desglosando el
contexto de tal forma que parezca que nos hemos entretenido un montón con ello,
y no que nos hemos aburrido soberanamente. Puede pasarte como a mà y que no
disfrutes demasiado estudiando o leyendo historia. Es comprensible (aunque muchos dicen que
no), pero precisamente por ello tienes que prestarle más atención. Piensa que si no te documentas bien, te va
a salir un churro.
Que yo sé que el gusanillo de las nuevas historias es
difÃcil de resistir, pero si empezamos a escribir sin saber de lo que estamos
hablando, evidentemente no vamos a decir nada.