De todo, menos caspa.
Que si mira el catálogo de la editorial, que si estudia las posibilidades del mercado, que si no pierdas el ojo a las modas del momento, que si escucha lo que dicen los visionarios sobre las próximas tendencias, que si el libro fÃsico desaparecerá dentro de cien años, que si busca lectores cero, que si tu pareja es la mejor beta-reader del universo pero te dice cosas bonitas porque te quiere, que si tu talento está infravalorado, que si se rÃen de ti por querer ser escritor o escritora, que si apúntate a miles de cursos que -en el fondo- de poco te van a servir si no te sientas a escribir de una puta vez, que si preséntate a este concurso y a ese otro, que si hazte un horario para escribir y cúmplelo a rajatabla, sean vacaciones o no, tengas vida o no.
Todo esto pasa por tu mente de escritor, como mÃnimo, mil veces al dÃa. Y esto te hace olvidar lo más importante: escribir lo que te guste. Lo que te dé placer. ¡Lo que quieras leer! ¡Y a la porra todo lo demás! Esos concursos, Dios sabe si amañados o no, y esos talleres para intentar focalizar ese torrente de creatividad que ya tienes, joder. Estas preocupaciones están fuera de lugar por dos razones:
1. TodavÃa no has terminado la novela, asà que ¿para qué te vas a preocupar de un problema que todavÃa no se ha presentado?
2. Escribes porque tienes algo que decir. El único objetivo que debes tener, más allá de poner punto final a tu novela, es mejorar cada dÃa. Y eso no lo vas a conseguir cediendo a presiones externas ni preocupándote por unas regalÃas que no existen, ni quejándote de lo mal que está el sector editorial.
Asà que ya sabes lo que tienes que hacer. ¿No? Escribe.
Que si mira el catálogo de la editorial, que si estudia las posibilidades del mercado, que si no pierdas el ojo a las modas del momento, que si escucha lo que dicen los visionarios sobre las próximas tendencias, que si el libro fÃsico desaparecerá dentro de cien años, que si busca lectores cero, que si tu pareja es la mejor beta-reader del universo pero te dice cosas bonitas porque te quiere, que si tu talento está infravalorado, que si se rÃen de ti por querer ser escritor o escritora, que si apúntate a miles de cursos que -en el fondo- de poco te van a servir si no te sientas a escribir de una puta vez, que si preséntate a este concurso y a ese otro, que si hazte un horario para escribir y cúmplelo a rajatabla, sean vacaciones o no, tengas vida o no.
Todo esto pasa por tu mente de escritor, como mÃnimo, mil veces al dÃa. Y esto te hace olvidar lo más importante: escribir lo que te guste. Lo que te dé placer. ¡Lo que quieras leer! ¡Y a la porra todo lo demás! Esos concursos, Dios sabe si amañados o no, y esos talleres para intentar focalizar ese torrente de creatividad que ya tienes, joder. Estas preocupaciones están fuera de lugar por dos razones:
1. TodavÃa no has terminado la novela, asà que ¿para qué te vas a preocupar de un problema que todavÃa no se ha presentado?
2. Escribes porque tienes algo que decir. El único objetivo que debes tener, más allá de poner punto final a tu novela, es mejorar cada dÃa. Y eso no lo vas a conseguir cediendo a presiones externas ni preocupándote por unas regalÃas que no existen, ni quejándote de lo mal que está el sector editorial.
Asà que ya sabes lo que tienes que hacer. ¿No? Escribe.