🔹GRACIAS
No hay mejor leyenda urbana que la que dice que editar es fácil, ni peor historia de terror que embarcarse en un proyecto que se hallaba, de alguna manera, perseguido por fantasmas del pasado. Sin existir todavía como tal, Grimorio 13 imponía respeto. Uno de los autores, Álvaro Aparicio, germinó la idea de una antología oscura con José Núñez, editor de Carlinga, pero la idea se congeló igual que se congela quien sufre parálisis del sueño: súbitamente y sin posibilidad de reacción. La esperanza de retomarlo en tiempos más prósperos permaneció con la ilusión de los autores por adentrarse en un género tan escurridizo (¡y diría que castigado!) como es la fantasía… oscura.
Aquel fue el primer obstáculo: ¿Qué es la fantasía oscura? Ni siquiera yo lo tenía muy claro. Al menos, no en la estética, sí en la forma; me pasé varias semanas leyendo relatos de fantasía oscura, que no grimdark, antes de presentarme a los autores como «la editora». Descubrí varias cosas: la primera, que no es un subgénero arraigado en España, y las publicaciones de fantasía oscura se cuentan con los dedos de las manos, y la mayoría se amparan en géneros más grandes como el terror o la fantasía; la segunda, que necesitábamos alimentar nuestro propio imaginario con historias que sucedieron (¿o no?) en pueblos y ciudades que hemos recorrido cientos de veces. Lugares sombríos. Sucesos extraños. Escalofríos al cruzar un puente. Lienzos que recuerdan nuestra propia mitología mejor que nosotros. En definitiva, apostamos por una mezcla de folclore español y ficción. Y no puedo estar más orgullosa.
Yo soy cola, tú pegamento.
Cualquiera puede aprender escritura creativa. Existen cursos gratuitos y careros en formato online y presencial de toooodo tipo de géneros e impartidos por una cartera de autores interesantísima. Quien tenga ganas de aprender siempre conseguirá uno con el que inspirarse. Personalmente, no hay curso creativo más útil que relacionarte con otros de tu especie aunque sea para ir al cine y retroalimentar la ilusión ajena con la propia.
Encontrar autores en tu zona puede ser difícil si vives en una ciudad con poca oferta cultural o no tienes internet (sin sarcasmo) o tienes el tiempo justo para desmayarte en la cama al final del día. Casi todos tenemos un segundo primer trabajo que paga las facturas. Si sumamos hijos, responsabilidades adicionales y aficiones, las horas de escritura se convierten en segundos. ¡Como para apuntarse a cursos de escritura creativa! Es dramático, pero no mucho: las alternativas son interesantes. Por ejemplo, Brandon Sanderson graba sus clases de Escritura Creativa en la Universidad de Brigham Young y las sube a YouTube. Son breves, de quince minutos. En mi caso, ideales para escuchar mientras cocino. En ello estaba el otro día cuando aprendí una nueva manera de catalogar los tipos de escritor: exploradores (también llamados jardineros) y planificadores (o arquitectos). El debate brújula VS. mapa 2.0.
Parte de la portada original, por Carolina Bensler. |
La ciencia ficción es un escenario tan válido como otro cualquiera. Lo elegí porque, sin saberlo, ya pensaba en la épica de las cosas pequeñas. Mientras Wes deambulaba por mi cabeza un poco perdido (“¡No tengo una historia! ¿Qué demonios voy a contar?” imaginaba que me reprochaba con los brazos cruzados y la expresión chof de quien pierde un metro en su cara), comencé a ir a las Tertulias de Ciencia Ficción de Vitoria. Se discutían clásicos bastante variados, había apariciones fugaces de autoras que no conocía, me sacaba de casa los miércoles por la tarde, y su atmósfera entre libros era agradable. Al principio no necesitaba nada más. Luego, sí: leer esto y lo otro y aquello y escribir, escribir, escribir para sacar lo que tengo dentro, que es mucho y se me hace bola.
Pero Wes Marino seguía sin su noticia.
Cualquiera con unas nociones mínimas de cine y literatura puede enumerar los tropos más conocidos de la cultura occidental. El más reescrito en la historia de la humanidad es el Monomito, en el que el héroe siente la llamada a la aventura y parte en pos de un objetivo a través del cual alcanza la madurez. Muy, muy grosso modo, porque no tiene sentido extenderse en este punto. Desde Jung en adelante se han elaborado un sinfín de estudios que profundizan en los arquetipos principales de personalidad, pero ya existían con anterioridad en toda clase de literaturas, sin contar las tradiciones orales que reformularon el concepto generación tras generación.
LUGARES COMUNES
Un lector voraz sabrá identificar con soltura las características que definen a los personajes arquetípicos, y probablemente, a raíz de leerlos y encontrarlos y reelerlos y no poder escapar de ellos acabará renegando hasta de la historia. Quizá esta sea una de las razones por las que la búsqueda de la originalidad se prioriza en detrimento de otros aspectos igual o más importantes, pero no me quiero adelantar; los arquetipos, primero. En este sentido, creo que la línea entre “arquetipo” y “lugar común” es tan delgada que la tendencia es confundir lo que provocan ambos conceptos. El uso de expresiones o frases hechas, palabras que casen juntas, metáforas conocidas o sinestesias culturales son lugares comunes, pero también lo son hablar de la muerte, los sentimientos, la conquista bélica y amorosa y el éxito. Por ejemplo: en Bajo la misma estrella (2012), la cuestión no es que la protagonista tenga cáncer sino que la trama se ubique entre dos lugares supercomunes como son el amor y la muerte. Quizá haya quien opine que los protagonistas son arquetípicos, pero, si lo son, es debido a donde se sitúa su historia.
¿Están los arquetipos relacionados con los lugares comunes? Sí. Unos tiran de otros. Y juntos, con un guion mal estructurado o una narrativa poco trabajada resultan un libro “malo”. A mi juicio (siempre) la apatía de los lugares comunes reside en su contribución a la literatura. En otras palabras: no aporta nada nuevo contar la misma historia ochenta veces con diferentes nombres, ¿verdad? Y sin embargo, no todo en esta vida es escribir Lo Más Original del Mundo ni es necesario aportar nada útil a la literatura. ¿O tal vez sí? La función del escritor y de la literatura es un debate muy serio por el que se pierden seguidores en Twitter, atención. Watch your step.
Relojes de hueso es uno de esos libros que es mejor empezar sin saber nada. La sinopsis, que en otro momento habría pecado de indiferente, es perfecta para la historia que narra su autor, David Mitchell, conocido también por El Atlas de las Nubes. No lo he leído, pero si el ambiente, el estilo y el entramado narrativo (me lo acabo de inventar) se disfrutan tanto como este, me lo compraré seguro.
Hace muchísimo tiempo que no tenía una novela extenso entre manos. La lectura fue un regalo (tanto físico como la historia en sí). Me suena que Relojes de hueso tuvo bastante publicidad y mucho impacto bloguero y booktuber, pero por alguna razón pasó completamente desapercibido a mis ojos. Ahora me alegro, porque de no haber sido un regalo habría permanecido así puede que para siempre.
Jo, visto lo visto, va a ser complicado hacer una reseña de un libro del que no quiero que sepáis nada. Hablemos de sensaciones entonces: ese peso de los años en la narrativa no necesariamente cronológica, como si te hicieras vieja a medida que pasas páginas; detalles tan íntimos como el reflejo de una flor en los ojos de una persona que reaparecerá cuando menos lo esperas para dar sentido a otra existencia igual de diminuta y especial; situaciones de eureka indescriptibles cuando el argumento te señala algo que siempre ha estado ahí (y lo peor: ¡lo sabes!, pero de una manera subversiva, porque Relojes de hueso está cargado de submiradas, subdiálogos, subimpresiones y subpeleas); instantes de tensión similares a cuando tienes que llevar un plato de sopa caliente a la mesa sin que se desborde; el reflejo de una misma en voces de los personajes y en sus frases y en sus actitudes e inquietudes, el mejor espejo.
HOROLOGISTAS Y ANACORETAS
Ciñéndonos a las definiciones, la horología es la ciencia que mide el tiempo, y tiene su origen en la antigüedad allá por los albores de los relojes de sol, llamados gnomon. Si algo define a la humanidad es su obsesión por atrapar, medir, manejar a su antojo el tiempo del que dispone. En Relojes de Hueso, los horologistas nacen con la capacidad de revivir cada cuarenta días involuntariamente sin importar las circunstancias. Son inmortales. Siendo precisa, atemporales. Viven ajenos a la preocupación por excelencia del resto de los mortales: no tener tiempo, o quizás, morir antes de hacer todo lo que queremos hacer. La horología aparecerá con pequeñas pinceladas a lo largo de la vida de Holly Sykes y tejerá a su alrededor una red de acontecimientos en la guerra contra los que han conseguido detener el tiempo a un precio altísimo.
Los anacoretas tienen dos definiciones interrelacionadas: son aquellos que viven aislados en comunidad y rehúsan de bienes materiales o ermitaños cuyo objetivo es entregarse a la penitencia y a la oración. David Mitchell utiliza el ‘core’ del término a la hora de presentar a sus antagonistas (lugares sagrados, terminología cercana a la eclesiástica) y lo reconduce hacia un significado más profundo: los que han dado la espalda al tiempo sin importar cuán alto es el coste. Este coste es secreto si no has leído el libro. Personalmente jamás pensé en los anacoretas como el grupo de gente mala a la que hay que detener. Si me ofrecieran la juventud eterna a cambio de un par de trabajillos cada tres años, como mínimo le daría una vuelta; ahora que todavía tres cuartos de siglo (en el mejor de los casos) puede que no le dé importancia a la juventud, pero ¿pensaré igual cuando tenga sesenta o setenta y me ronde ya la sombra de la muerte? El propio Mitchell lo imaginó como un “contrato faustiano”, tu alma a cambio de la inmortalidad. Que por cierto ha calificado Relojes de Hueso como su novela de la crisis de mitad de vida. Mitchell tiene 45 años.
Voces muy diferentes tocan temas igual de dispares. Encontraremos pasajes sobre la guerra de Irak, el sendero de los enfermos de Alzhéimer, las… movidas de un novelista (aquí muchos se sentirán identificados; yo menos porque no tengo editor :b) y una muy, muy interesante y compleja narrativa postapocalíptica a favor del medio ambiente, o como lo llamaron “novedosamente” hace un tiempo en The Objective, climaficción (y aquí una corrección interesante de la Fundéu).
Relojes de Hueso desarrolla en setecientas páginas el enfrentamiento entre horologistas y anacoretas casi de pasada, como si fuera de importancia relativa para el resto de los mortales. Y así es, en realidad. En una guerra milenaria, nosotros, las personas, somos el único mecanismo válido para medir el paso del tiempo.
Autor y traductora: David Mitchell, Laura Salas Rodríguez
Editorial: Random House Mondadori
Páginas: 720
Euros: 22,71
Sinopsis: Después de una pelea con su madre, Holly huye de su hogar. Mientras se adentra en la campiña inglesa, una extraña se cruza en su camino y le solicita «asilo», una petición a la que la adolescente accede sin ser consciente de su significado. De repente, las extrañas visiones y voces que la acechaban de niña vuelven a perseguirla y alteran su mundo hasta adquirir un aura de pesadilla. A esto se añadirá la traumática desaparición de su hermano pequeño, un niño inquietante con una inteligencia inusual. Pasarán muchos años antes de que Holly entienda qué sucedió ese fin de semana.
Hace muchísimo tiempo que no tenía una novela extenso entre manos. La lectura fue un regalo (tanto físico como la historia en sí). Me suena que Relojes de hueso tuvo bastante publicidad y mucho impacto bloguero y booktuber, pero por alguna razón pasó completamente desapercibido a mis ojos. Ahora me alegro, porque de no haber sido un regalo habría permanecido así puede que para siempre.
Jo, visto lo visto, va a ser complicado hacer una reseña de un libro del que no quiero que sepáis nada. Hablemos de sensaciones entonces: ese peso de los años en la narrativa no necesariamente cronológica, como si te hicieras vieja a medida que pasas páginas; detalles tan íntimos como el reflejo de una flor en los ojos de una persona que reaparecerá cuando menos lo esperas para dar sentido a otra existencia igual de diminuta y especial; situaciones de eureka indescriptibles cuando el argumento te señala algo que siempre ha estado ahí (y lo peor: ¡lo sabes!, pero de una manera subversiva, porque Relojes de hueso está cargado de submiradas, subdiálogos, subimpresiones y subpeleas); instantes de tensión similares a cuando tienes que llevar un plato de sopa caliente a la mesa sin que se desborde; el reflejo de una misma en voces de los personajes y en sus frases y en sus actitudes e inquietudes, el mejor espejo.
Los escritores no escriben en el vacío. Trabajamos en un espacio físico, una habitación, pero también escribimos en un espacio imaginario. Entre cajas, cajones, estantes y armarios llenos de... trastos, tesoros, tanto culturales (nanas, mitologías, historias, lo que Tolkien llamaba "el montón de abono") como personajes: la televisión infantil, cosmologías domésticas, historias que oímos primero de nuestros padres y luego de nuestros hijos y, algo crucial, mapas. Mapas mentales. Mapas con bordes. Y a Auden, como a muchos de nosotros, lo que realmente le fascinaba eran los bordes de los mapas...Bien pensado, para mí la clave de ha sido precisamente eso: reconocerme en cada una de las personas marcadas por el conflicto entre horologistas y anacoretas (palabras que ni siquiera sabía que tenían significado real). Cerca del final se desvanece el concepto del libro como una sucesión de pasajes y se redibuja como una telaraña a merced del tiempo en la que muchos han quedado atrapados. A veces porque así es la vida, a veces para nada, o a veces solo por lo que podía haber pasado.
HOROLOGISTAS Y ANACORETAS
Los anacoretas tienen dos definiciones interrelacionadas: son aquellos que viven aislados en comunidad y rehúsan de bienes materiales o ermitaños cuyo objetivo es entregarse a la penitencia y a la oración. David Mitchell utiliza el ‘core’ del término a la hora de presentar a sus antagonistas (lugares sagrados, terminología cercana a la eclesiástica) y lo reconduce hacia un significado más profundo: los que han dado la espalda al tiempo sin importar cuán alto es el coste. Este coste es secreto si no has leído el libro. Personalmente jamás pensé en los anacoretas como el grupo de gente mala a la que hay que detener. Si me ofrecieran la juventud eterna a cambio de un par de trabajillos cada tres años, como mínimo le daría una vuelta; ahora que todavía tres cuartos de siglo (en el mejor de los casos) puede que no le dé importancia a la juventud, pero ¿pensaré igual cuando tenga sesenta o setenta y me ronde ya la sombra de la muerte? El propio Mitchell lo imaginó como un “contrato faustiano”, tu alma a cambio de la inmortalidad. Que por cierto ha calificado Relojes de Hueso como su novela de la crisis de mitad de vida. Mitchell tiene 45 años.
Voces muy diferentes tocan temas igual de dispares. Encontraremos pasajes sobre la guerra de Irak, el sendero de los enfermos de Alzhéimer, las… movidas de un novelista (aquí muchos se sentirán identificados; yo menos porque no tengo editor :b) y una muy, muy interesante y compleja narrativa postapocalíptica a favor del medio ambiente, o como lo llamaron “novedosamente” hace un tiempo en The Objective, climaficción (y aquí una corrección interesante de la Fundéu).
Relojes de Hueso desarrolla en setecientas páginas el enfrentamiento entre horologistas y anacoretas casi de pasada, como si fuera de importancia relativa para el resto de los mortales. Y así es, en realidad. En una guerra milenaria, nosotros, las personas, somos el único mecanismo válido para medir el paso del tiempo.
Fuente. |
ATENCIÓN: se avecina una reflexión torpe mezclada con datos. Todas las fuentes están agrupadas al final del artículo.
Delilah Dirk and the Turkish Lieutenant es una de estas compras impulsivas que tienes un domingo por la tarde navegando por internet. Tengo tres requisitos a la hora de lanzarme a dar el último click (el que formaliza la compra): la longitud de la serie, las opiniones y el precio. En ese orden. Además, procuro apartarme de sagas larguísimas o sin terminar, con excepciones como Paper Girls porque son tomos finos y baratos y porque sí, básicamente. El caso: la primera aventura de Delilah Dirk me transmitió buen rollo desde la sinopsis: chica que se mete en líos y zurra a quien se le pone por delante. Nada más y nada menos. Quiero decir, para mí las mejores historias tienen ese componente de aleatoriedad más problemático que ventajoso, esas que se resumen en "pasan cosas" y en las que no te das ni cuenta del argumento porque lo estás viviendo. En resumen: que me apetecía leer un cómic divertido, encajó en mis estándares, lo he leído y aquí vengo a contar qué me ha parecido.
Delilah Dirk, o Miss Dirk, recorre el globo en busca de aventuras y pequeños misterios que resolver. Si bien al principio parece que parte de la base del mítico Indiana Jones, se aleja enseguida de la perspectiva George-Lucasiana gracias a su ascendencia diversa y a través de su compañero de aventuras, Selim, un comandante turco que, siendo sincera, lo único que sabe hacer en esta vida es té, y con esta claridad se lo explica a Delilah la primera vez que ella quiere salir por peteneras recurriendo a su espada. Pese a ser de desenvaine fácil, Delilah usa la cabeza para resolver los conflictos; no es un personaje basado en la fuerza bruta, sino en uno que asume fácilmente el curso de los acontecimientos. En este sentido, Selim ofrece un contraste curioso. Comandante de un poderoso sultán, es bondadoso con los delincuentes y se ve incapaz de dar una respuesta cruel. De carácter tranquilo, ama la vida que tiene, por lo que cuando Delilah le complica la existencia de la noche a la mañana, se encuentra de frente con su verdad personal: no le gusta su trabajo. Así que ante la posibilidad de meterse en problemas con el sultán y verse obligado a mblandir un arma en serio en algún momento, acepta sin dudar el extraño cambio de rumbo que Delilah le ofrece. O algo parecido.
Me gustan ambos personajes, juntos y por separado, porque no pierden sus identidades ni uno se ve eclipsado por el otro. Una podría pensar, y yo lo pienso, que Delilah mola un montón porque reparte leches que da gusto, pero Selim tiene una sensibilidad especial hacia la naturaleza, hacia la bondad, hacia esas cualidades tan humanas que Delilah también tiene pero no expresa con la misma naturalidad. De hecho, me encantan los gestos de cada uno por... no sé por qué, el estilo, la autenticidad, la transparencia, la sutileza con la que reafirman los diálogos visualmente.
Ambos son el pilar de la narración, y no tanto el argumento, que a grandes rasgos tiene que ver con un pirata de malas pulgas al que Delilah ha robado su tesoro y una misión paralela de la propia Delilah. Ya os digo que ni os dais cuenta de que está pasando "algo" en concreto; para algunos esto podría ser un punto negativo. "¿Dónde está la chicha?" Pues aquí y allá, un poquito de esto y de lo otro... hay que disfrutar, amigas. A ver si ahora o leemos Kafka o no leemos, ¿eh? Me daría con un canto en los dientes si la mitad de lo que leo al año fuera igual de divertido.
Tony Cliff (@TangoCharlie) es el autor de la serie Delilah Dirk, que hasta donde veo se compone de dos cómics y una miniaventura. Si no os echa para atrás leer en inglés y os apetece una historia para desconectar, Delilah Dirk tiene algo que contaros. O más bien Selim, pues seréis sus ojos y sus oídos en este primer tomo. Podéis leer gratis 80 páginas en la propia web de Delilah Dirk.
Autor: Tony Cliff
Editorial: First Second
Páginas: 180 páginas
Precio: 19,50 dólares
Sinopsis: Lovable ne'er-do-well Delilah Dirk has travelled to Japan, Indonesia, France, and even the New World. Using the skills she's picked up on the way, Delilah's adventures continue as she plots to rob a rich and corrupt Sultan in Constantinople. With the aid of her flying boat and her newfound friend, Selim, she evades the Sultan's guards, leaves angry pirates in the dust, and fights her way through the countryside. For Delilah, one adventure leads to the next in this thrilling and funny installment in her exciting life.
A little bit Tintin, a little bit Indiana Jones, Delilah Dirk is a great pick for any reader looking for a smart and foolhardy heroine...and globetrotting adventures.
Delilah Dirk, o Miss Dirk, recorre el globo en busca de aventuras y pequeños misterios que resolver. Si bien al principio parece que parte de la base del mítico Indiana Jones, se aleja enseguida de la perspectiva George-Lucasiana gracias a su ascendencia diversa y a través de su compañero de aventuras, Selim, un comandante turco que, siendo sincera, lo único que sabe hacer en esta vida es té, y con esta claridad se lo explica a Delilah la primera vez que ella quiere salir por peteneras recurriendo a su espada. Pese a ser de desenvaine fácil, Delilah usa la cabeza para resolver los conflictos; no es un personaje basado en la fuerza bruta, sino en uno que asume fácilmente el curso de los acontecimientos. En este sentido, Selim ofrece un contraste curioso. Comandante de un poderoso sultán, es bondadoso con los delincuentes y se ve incapaz de dar una respuesta cruel. De carácter tranquilo, ama la vida que tiene, por lo que cuando Delilah le complica la existencia de la noche a la mañana, se encuentra de frente con su verdad personal: no le gusta su trabajo. Así que ante la posibilidad de meterse en problemas con el sultán y verse obligado a mblandir un arma en serio en algún momento, acepta sin dudar el extraño cambio de rumbo que Delilah le ofrece. O algo parecido.
Empoderamiento femenino be like. |
Ambos son el pilar de la narración, y no tanto el argumento, que a grandes rasgos tiene que ver con un pirata de malas pulgas al que Delilah ha robado su tesoro y una misión paralela de la propia Delilah. Ya os digo que ni os dais cuenta de que está pasando "algo" en concreto; para algunos esto podría ser un punto negativo. "¿Dónde está la chicha?" Pues aquí y allá, un poquito de esto y de lo otro... hay que disfrutar, amigas. A ver si ahora o leemos Kafka o no leemos, ¿eh? Me daría con un canto en los dientes si la mitad de lo que leo al año fuera igual de divertido.
Aquí, pescando con la espada. |
Extracto de la portada Seeds of Good Fortune. |
Opinión impopular: mi escritorio siempre está ordenado. |
EDITAR ES... DIFÍCIL
ATENCIÓN. La primera obviedad en la frente. Pero se hace aún más cierto conforme avanza el proyecto. Mi intención aquí es y será guiar a los demás desde la recepción de ideas hasta el producto final y la posventa a fin de que las ganancias de los autores sean algo más que para pipas. Y me vale con un juego de Steam en rebajas. Ahora en serio: lo que de verdad quiero es que la antología sea a gusto de los que escriben en ella. Me viene a la memoria la anécdota de una autora cuya primera incursión editorial fue de lo más amarga por temas organizativos y legales. Si una lleva años con ganas de publicar algo y cuando tiene realmente la oportunidad de hacerlo el resultado deja mucho que desear, ¿para qué narices querrá intentarlo otra vez? Y atención: no hablo de seguir escribiendo, hablo de publicar. Son dos temas bien distintos. Quizá sea una afirmación atrevida, pero allá va: el editor edita mejor cuando antes ha sido escritor. Más fácil: el editor solo conoce las necesidades del escritor cuando ha estado en su situación previamente. Una mezcla entre empatía y empirismo. Al menos desde mi experiencia.Una antología de fantasía oscura está lejos de mi zona de confort. Se podría decir que está a un salto del acantilado de distancia. Me he documentado, he leído, he reposado la información, y solo después de esto me he atrevido a explicar a los autores qué estamos buscando José (el editor de Carlinga) y yo. La idea del compendio gira en torno a reivindicar la mitología y el folclore español a través de historias de fantasía oscura clásicas y contemporáneas por igual; no tanto retellings de leyendas conocidas sino profundizar en ellas y crear relatos partiendo de su legado. Algunos autores se sentían más cómodos explorando el género en el pasado y otros en el presente. Creo que editar implica tener claro un objetivo y ser flexible acerca de cómo llegar a él, adaptarse a las circunstancias y a quienes escriben para que el resultado final sea, como mínimo, digno de una lectura de domingo por la tarde. ¿Suena idílico? Sí. ¿Lo es? A veces. Pero quien no aspire a ello ni siquiera conseguirá estar cerca de un trabajo bien hecho.
LA RESPONSABILIDAD ARTÍSTICA EXISTE
En el intenso email de presentación que envié a los autores declaré que esta es una antología feminista. Lo que ocurrió a continuación te sorprenderá: los autores, hombres y mujeres, dijeron que vale. Que claro, que ¿cómo no? Y es un buen primer paso a la hora de montar los cimientos de lo que vendrá más adelante. El problema radica en que el machismo es invisible a los ojos y todos y todas lo plasmamos sin excepción si no prestamos atención a los detalles. Sé que es difícil de tragar, que a mí también me han venido con esas y me han dejado muertísima en la bañera. Asumirlo, en cambio, es un punto de partida. Esta antología no se abandera como feminista sino que simplemente debe serlo por la responsabilidad artística inherente a la literatura. No hay más. Quien escribe tiene una intención y puede dejar huella en el lector, y debería, creo, espero, ser coherente con el contenido que produce. No me gustan las personas que escriben y se lavan las manos. No. Todo acto tiene su consecuencia. Escribir, más.
Me he comprometido a dar feedback constante a los autores. En la fase de propuestas (en la que los autores nos envían un resumen de lo que quieren escribir; lo hemos hecho para que no haya ochenta relatos sobre meigas, cincuenta de fantasmas y tres de vampiros, pero este es solo un apunte sobre la organización) hemos recibido planteamientos muy interesantes, así que por ese lado no puedo estar más satisfecha (porque significa que me expliqué bien en el email sobre el género, que era mi mayor temor...). Por otro, evaluamos con lupa que los relatos sean feministas, es decir, que buscamos eliminar móviles innecesarios como muertes o violaciones de mujeres que solo sirven para desencadenar puntos clave de la trama. Ese es un ejemplo. También buscamos la mayor diversidad racial posible. ¿Esto significa que ahora tenemos que tener personajes de todo tipo, altos, bajos, gordos, autistas, de etnias distintas? No y sí. Haz lo que creas conveniente porque cualquier opción tendrá repercusiones en los demás. Responsabilidad artística, ya lo he dicho antes. ¿Esto significa que será una antología políticamente correcta? No. Significa que será una antología verdaderamente inclusiva, y ya está. Probablemente se nos escapen micromachismos o situaciones que quizá otras personas detectarían de un plumazo; lo que está claro es que afinaremos al máximo para que no ocurra.
Por alguna razón Shutterstock cree que este es un sitio ideal para escribir. |
Sobra decir que estoy encantadísima con editar. Es una de mis pasiones (insertar meme: "el diseño gráfico es mi pasión") junto a comer, pagar las facturas del mes, jugar a videojuegos, practicar kendo y disfrutar de mis personas preferidas. Soy consciente de que lo escrito más arriba no es la piedra de Rosetta de la edición ni mucho menos, pero creo que compartir lo que sucede entre bambalinas ayuda a generar más empatía en un sector suficientemente castigado por la economía y por las modas del momento.
Los jotun tienen... malas pulgas. |
Jotun, desarrollado por Thunder Lotus, es en sí mismo es una obra de arte, primero por sus gráficos pintados a mano (cada movimiento, cada paisaje), segundo por la historia que se desgrana a medida que completamos los niveles. La mecánica, sencilla, complementa al resto de elementos. No estorba y permite al jugador dejarse llevar por los escenarios. Opinión personal e intransferible: me parecía importante decir esto porque muchísimos juegos pecan de muchos comandos o muy complicados de recordar a priori, quitando protagonismo a la ambientación o ralentizando la inmersión en la atmósfera de juego.
Si tuviera que definir con una palabra a Thora, sería esta: implacable. Con los años he madurado cierto escepticismo que intenta boicotearme cada libro o cada juego que disfruto diciéndome cosas como: “no es para tanto”, “sí, eso está genial, ¿pero te has fijado en la falta de representación?”, “oh, vaya, otro Personaje Femenino ™ claramente desarrollado por un hombre que parece que no ha conocido una mujer en su vida…” y poco a poco la excitación inicial por un producto sorprendente se convierte en resignación disfrutable.
Bonito, LO SÉ. |
No quiero desvelar nada de los jotun, así que solo diré que cada uno está asociado a una runa y que las runas tienen un significado íntimamente relacionado con la clase de batalla a la que tendremos que enfrentarnos. Hablo, claro está, de matices, porque si estoy enamorada de Jotun es por los pequeños detalles; no esperéis grandes acertijos ni un Dark Souls de la vida. Algunas queremos llegar a viejas.
Es que es alucinante. |
Esta es mi zona de confort ideal. Fuente. |
Del terror de Shirley Jackson he aprendido que la ambientación es capaz de sostener cualquier giro de guion conocido por el lector avezado. Piensa: los fantasmas de este libro querrán asustarme. Pero ¿y si lo que te inquieta realmente es todo lo demás? Las olas de oscuridad ascendiendo a medida que los personajes suben las escaleras hacia sus habitaciones, o, sin ir más lejos, la presentación de Hill House, que a mí me envaró en el sofá:
Ningún organismo vivo puede mantenerse cuerdo durante mucho tiempo en unas condiciones de realidad absoluta; incluso las alondras y las chicharras, suponen algunos, sueñan. Hill House, nada cuerda, se alzaba en soledad frente a las colinas, acumulando oscuridad en su interior; llevaba así ochenta años y así podría haber seguido otros ochenta más. En su interior, las paredes mantenían su verticalidad, los ladrillos se entrelazaban limpiamente, los suelos aguantaban firmes y las puertas permanecían cuidadosamente cerradas; el silencio empujaba incansable contra la madera y la piedra de Hill House, y lo que fuera que caminase allí, caminaba solo.
Al primer contacto visual con la casa, Eleanor, una de las protagonistas, piensa: es una casa vil. Espero que nadie me mire de ese modo; precisamente de ese modo quiero influir en el lector, trabajando su orientación en el escenario para que se familiarice con cada esquina y cada gesto de los personajes. El resto viene solo. Y, bueno, opinión personal e intransferible ahora: esta clase de ambientaciones (oscuras y opresivas, pero también drásticas) no son tan frecuentes en los mundos fantásticos. No me refiero al terror psicológico, sino a la capacidad del que escribe para mostrar las imágenes de su cabeza. Yo tengo un problema con la exposición, y es que soy impaciente. Enseguida quiero ir a la acción. Prefiero detenerme poco tiempo en los paisajes o en las emociones. Es mi talón de Aquiles (bueno, uno de tantos). Por eso he llegado a la conclusión de que necesito leer más libros donde la exposición forme parte de la exploración tanto fuera como dentro del personaje, y asiente las bases de la historia que quiero contar. Dicho así, hasta parece fácil.
Además, he abierto la veda a otro terreno virgen para mí: ¡los cómics! Ya empecé con El castillo de las estrellas, de Alex Alice y con La línea del tiempo: un viaje por la historia, de Peter Goes (que no es exactamente un cómic a decir verdad). El domingo arrasé mi cartera y compré Paper Girls (I y II) de Brian K. Vaughann y Leñadoras, de Noelle Stevenson. De momento estoy acertando. Se aceptan recomendaciones de lo que queráis. ¿Qué me gusta? Una historia divertida, seria o graciosa, que os haya encantado. Si además tiene un elenco protagonista bien construido, estoy dentro.
Por si he sido poco efusiva: ¡compradlos! ¡Están genial! |